top of page

LUZ Y ESPACIO

Cultura occidental y oriental 

TRABAJO FINAL DE GRADO. CURSO 2016/17

Tutor: Esteban Terradas Muntañola

Desde  mi punto de vista, la luz es uno de los elementos más importantes de una buena arquitectura, la luz natural hace del espacio interior una cualidad imprescindible.

Las distintas ideas acerca de la luz, vinculadas a la estética de cada momento histórico, cultura o lugar, dan lugar a la configuración de espacios diferentes ya que la luz es una condición intrínseca y determinante de la percepción espacial. En muchos casos la cantidad de luz es determinante para el funcionamiento de un espacio, pero en la mayoría de casos resulta más importante definir el modo de entrada de la luz.

Durante el pasado siglo, ha empezado una intensa exploración de esta nueva clase de luz, como un aspecto inmaterial de los edificios, como una atmósfera creada en el interior o simplemente como la esencia de la arquitectura. Si bien no se olvidan de las necesidades físicas, que también satisfacen, intentan crear sensaciones y emociones.

La luz es manipulada para conferirle una presencia única y palpable, y, lo más importante, para transformar la realidad objetiva, si bien se construye en su lugar una realidad más fluida con la cual las personas puedan implicarse creativamente.
 

La luz en un marco histórico de las diferentes culturas

En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa lo esencial es captar el enigma de la sombra. Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra.

Junichiro Tanizaki explica en El elogio de la sombra, la belleza no reside exclusivamente en la luz ni en los elementos brillantes. En Japón la sombra pierde ese matiz negativo que se le ha atribuido en la cultura occidental y se considera un elemento más de belleza. En la cultura japonesa existe una preocupación de velar todo con una ligera y difusa penumbra de manera que no podamos discernir el límite.

Actualidad. Análisis crítico de  los casos propuestos

 

PETER ZUMTHOR

 

“La atmósfera habla a una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que los seres humanos tenemos para sobrevivir.” 

 

                El maestro suizo Peter Zumthor logra resolver de una forma integral, los problemas fundamentales que plantea él en la arquitectura. El sistema constructivo, los materiales, la espacialidad, el manejo de la luz y la representatividad están íntimamente ligados, al punto de que no tiene sentido describirlos por separado.  Sin embargo, es el primero el que funciona como estructurador, ya que todos los demás aspectos del edificio se subordinan a él.

 

Como expresa la cita con la que se inicia este capítulo, la arquitectura de Zumthor es un juego emocional, sus diseños dan gran importancia al papel de los sentidos en la experiencia arquitectónica con un enfoque integrador de múltiples lecturas donde se suman diferentes valores y se potencian gracias a una relación de armonía, de tal modo que las diferentes partes no se lean como elementos independientes, sino que busca que el edificio se perciba como un todo.

 

Termas de Vals

El ejercicio se plantea como una exploración del edificio. Es necesario comprender su relación delicada y respetuosa con un paisaje y un lugar privilegiados pero a la vez frágiles, su complejo e interesante programa, reducido misteriosamente a un resultado volumétrico aparentemente sencillo, y las intenciones, intuiciones y sensibilidades de un Zumthor preocupado por “construir” no solo la “corporeidad” del objeto arquitectónico, sino también la especial atmósfera que se respira en el espacio construido.

 

La concepción de luz adoptada por Zumthor es básicamente telúrica, mediante un hechizo creado en base a la escasa luz y la bruma brillante, que intensifica más aun la experiencia de encontrarnos en un subterráneo. El uso reiterado de un solo material da una textura  y un reflejo luminoso uniforme tanto en los sólidos como en los vacíos, como  si cada superficie estuviera esculpida en una roca. El sombrío silencio se acentúa aún más con aperturas sin marcos. Otro elemento arquitectónico procedente de los resquicios en el tejado, cuyos rayos se dirigen energía en descenso y evocan una de las muchas  analogías entre agua y luz.

 

TADAO ANDO

No creo que la arquitectura tenga que hablar demasiado. Debe permanecer silenciosa y dejar que la naturaleza guiada por la luz y el viento hable”

                                                                                                                                                          

  

                La arquitectura de Tadao Ando viene condicionada claramente por la cultura tradicional japonesa, la cual se caracteriza por el valor que se le da a la sombra y la penumbra como elemento de transición entre el interior y el exterior que le otorga al espacio una profundidad adquirida a través de sus ingeniosos ordenamientos secuénciales, por el colorido sutil y la utilización masiva de materiales frágiles, como la madera natural, el papel y la tierra.

 

En esta búsqueda de la emoción, la luz juega un papel fundamental ya que la presencia de ésta es evocadora de una condición natural y cambiante con la cual el hombre se identifica. La luz natural en los espacios de Tadao, no es solo iluminación, es un elemento constitutivo de su arquitectura que trasciende los aspectos funcionales y se convierte en un dinamizador de la experiencia. En sus proyectos son pocos los espacios profusamente iluminados, por el contrario configura espacialidades con una tenue luminosidad que rememora la luz tamizada a través de los Shoji japoneses. La calma misteriosa generada por esa oscura luz difusa, es interrumpida por haces de luz fuertes, que al chocar con las superficies crean contrapuntos iluminados que transforman y dinamizan los espacios. La sombra es tan importante como la luz, pero no una sombra como ausencia de luz, sino como revelación de aquello que solo se puede percibir en la sombra.

 

 

Iglesia de la luz

Ando estudia la manera en que esta luz incide sobre las superficies de la capilla y ha tratado tanto los muros de hormigón como el suelo de madera, de tal manera que son capaces de recoger la escasa luz que incide en el interior de la capilla, del mismo modo  en que lo hacían los materiales lacados de la vivienda tradicional japonesa, generando un brillo característico que resalta frente a la sombra que define el espacio.

 

“...la obra de Ando, donde la luz se difumina a lo largo de un muro de hormigón, evocan emociones muy parecidas a las que se producen cuando se contempla la pintura paisajista zen. Así es el muro de hormigón de Ando: una superficie de claroscuros que se transforma continuamente evocando imágenes diversas en el observador...”

 

El recorrido por la capilla es descendente, remarcando la idea del descenso espiritual a la tierra, esto es, la importancia de la naturaleza como fin último. Ando rompe así con la idea tradicional de ascensión espiritual tan representativa en las iglesias tradicionales góticas, la cual permitía introducir una mayor luminosidad en el interior y un acercamiento al cielo.

 

Al entrar en la calculada oscuridad encontramos a través de rendijas y fisuras, pequeñas cantidades de luz cuyo brillo adquiere una presencia reforzada antes de desaparecer en el desnudo hormigón. Ranuras orientadas de formas diversas capturan los tonos contrastados del sol y del cielo, pintando algunos fosos de amarillo pálido y violeta. Dos atmosfera llenan el espacio una densa oscuridad que ensombrece lo sólido y vela los límites físicos del entorno, por un lado, y por otro, tiras de luz que recorren las paredes mientras despiden un leve resplandor crepuscular. La oscuridad completa sensibiliza a las mentes sobre este goteo de energía. Calmando nuestros nervios, la cámara mortecina constituye también un trabajo que no es solamente un testimonio de luz, sino que es luz manifestada en forma sensible.

 

Peter Zumthor y Tadao Ando son dos arquitectos en los que en su arquitectura he podido ver una relación con mi forma de entender la arquitectura, una arquitectura formada por diferentes valores y que estos se potencian gracias a una relación de harmonía entre ellos.

 

En el caso de la arquitectura de Zumthor, el sistema constructivo es el que funciona como estructurador y los materiales, la espacialidad y la luz se subordinan a el, aunque todos están integramente ligados.
Tadao Ando tiene tres elementos considerados como necesarios para la concreción de su arquitectura: el uso de un material auténtico, una geometría pura y la naturaleza.

 

Finalmente, se observa cómo la separación entre tradición y actualidad no es más que un “límite difuso”. Así se entiende cómo partiendo de la interpretación de tan distintas arquitecturas tradicionales, se llega a un punto común en el que el objetivo actual es único: alcanzar la mejor relación entre ser humano, espacio y naturaleza. El hecho de que un proyecto sea capaz de mantener a sus visitantes en un proceso continuo de feedback entre lo tradicional y lo contemporáneo, es un logro interesante que colabora con la atmósfera de sugestión e imaginación de la obra de arte. La geometría de lo temporal y del cambio constante, llevará a la subjetivación del espacio. Esta libertad enriquecerá la percepción de sus usuarios, al igual que la diversidad cultural juega un papel fundamental en la evolución de la sociedad.

© Sara Ruz Cruz

Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de Barcelona ETSAB

  • LinkedIn - Grey Circle
  • Google+ - Grey Circle
  • Instagram - Grey Circle
  • Facebook - Grey Circle
bottom of page